Si tu marca fuera una persona… ¿quién querría hablar con ella?

Cada día, cientos de marcas hablan. Publican, postean, envían newsletters, lanzan campañas.
Pero no todas logran que alguien quiera escucharlas. Y es que muchas empresas olvidan una verdad incómoda: Las marcas, como las personas, comunican incluso cuando no hablan.
Y solo las que tienen personalidad, tono y coherencia logran conectar de verdad.

En la era de la sobrecomunicación, sonar genérico es el nuevo silencio. Y en la era de la inmediatez, la comunicación corre el riesgo de volverse superficial. La urgencia por publicar y “estar presentes” ha hecho que se olviden principios básicos del oficio: la personalización, la coherencia y la estrategia. Un mismo claim no puede servir para todas las marcas, productos o sectores, aunque hoy parezca habitual verlo repetido en contextos totalmente distintos. Cada marca tiene una esencia, un público y una promesa diferente; y cuando el mensaje no refleja esa singularidad, pierde fuerza, autenticidad y capacidad de conectar. Comunicar no es copiar un formato, es construir un relato propio.

Una metáfora: tu marca como persona

Imagínate por un momento que tu marca entrara en una sala llena de gente.
¿Cómo sería?
¿Alguien se acercaría a hablar con ella?
¿Tendría algo interesante que decir?
¿Sería amable, inspiradora, arrogante, divertida, distante?

Este ejercicio tan simple nos puede ayudar a trasladar la identidad corporativa al terreno más humano y emocional.
Porque al final, toda comunicación eficaz parte de una premisa:

La gente no conecta con logotipos, conecta con personalidades.

Comunicación corporativa: Del “qué decimos” al “cómo lo decimos”

En muchos planes de comunicación, el foco está en el mensaje: qué queremos contar, qué producto lanzamos, qué hito comunicamos.
Pero el impacto real lo determina el por qué, con qué propósito, y cómo lo contamos.

Ese propósito y la voz y alma de la marca son factores que convierten una comunicación corriente en una experiencia memorable.

Una marca con una voz clara genera reconocimiento, empatía y confianza; una sin personalidad, pasa desapercibida, por más inversión que haga.

Definir la personalidad comunicativa no es un ejercicio estético, sino una decisión estratégica que impacta directamente en la forma en que una marca se posiciona, se diferencia y construye valor a largo plazo. Una voz bien definida orienta todas las interacciones —desde una campaña publicitaria hasta una respuesta en redes sociales— hacia un mismo propósito, garantizando coherencia, consistencia y relevancia. No se trata solo de “cómo suena” una marca, sino de cómo piensa, siente y se comporta frente a su entorno. Esa coherencia entre identidad, mensaje y experiencia es lo que permite generar confianza y construir relaciones significativas con las audiencias.

Una marca con una voz clara se vuelve reconocible incluso sin mostrar su logotipo; transmite seguridad, genera empatía y proyecta autenticidad. En cambio, una marca sin personalidad comunicativa depende exclusivamente de la inversión en medios o promociones para captar atención, perdiendo oportunidades de construir vínculos duraderos. En un entorno saturado de mensajes, la estrategia no consiste en hablar más fuerte, sino en hablar con propósito. La voz de marca, bien definida, se convierte así en un activo estratégico: un filtro que orienta decisiones, guía el tono de cada comunicación y asegura que cada mensaje refuerce la esencia y los valores de la organización.

Ponle cara (y alma) a tu marca

Define el “perfil humano” de tu marca; para ello, completa frases como si tu marca fuera una persona:

  • Si fuera una persona, tendría ___ años.
  • Su forma de vestir sería…
  • En una reunión, sería quien…
  • Lo que más valora en los demás es…
  • Nunca haría…

Este ejercicio revela valores, actitudes y estilo de relación.

Encuentra su voz, y responde:

  • ¿Cómo suena tu marca? ¿Formal, directa, cercana, optimista, técnica, irreverente?
  • ¿Qué palabras usa con frecuencia y cuáles nunca usaría?
  • ¿Qué emociones quiere despertar en los demás?

Escucha cómo te perciben Pregúntales a tus clientes, empleados o aliados cómo describirían la marca si fuera alguien.
Si las respuestas son contradictorias o vacías, hay un problema de coherencia.

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